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Foto del escritorPobre de la Madre de Dios

Un corazón conquistado y sellado


“Jesús y María tengan siempre ocupado todo el corazón

de nuestro queridísimo en el Señor, Abate Glicerio”,

escribía San José de Calasanz.


“Nada le diste a Cristo si no le entregaste todo tu corazón”,

enseña también Nuestro Santo Padre.


Por eso clamamos con las palabras de las Sagradas Escrituras:

"Ponme como un sello sobre tu corazón" (Ct. 8, 6)


El corazón escolapio no está vacío

sino ocupado por Jesucristo, el Señor,

que nos adquirió derramando su sangre por nosotros

y en la cruz nos entregó a su Santísima Madre.

Con alegría podemos gritar:

Mi corazón tiene dueño:

Soy de Cristo en sus Escuelas Pías, un Pobre de la Madre de Dios.

Este “nombre nuevo” sella el alma,

deja marcado a fuego el núcleo de nuestro ser.

Del corazón habitado por Jesús y María

brota la fuente de la que vivimos

y lo mejor que podemos ofrecer

a los niños y jóvenes a los que somos enviados.


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